El 27 de octubre de 1937 el partido amistoso jugado entre el Levante y el Valencia en el campo de Mestalla mostró la profunda división ideológica entre los partidarios de la República, en especial entre comunistas y anarquistas. Los insultos, las provocaciones, las amenazas entre los aficionados de uno y otro equipo y el hecho de ir armados buena parte del público pusieron de manifiesto los intereses partidistas por el control político de la guerra. Hecho que fue utilizado por el bando nacional para desacreditar a la República.